16/10/13 – BITÁCORA 2. Mysore. Dasara Festival.

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Después de una cena estupenda la noche anterior probando 3 comidas diferentes (Ragi ball, Rotti y arroz con sambar), debido a que el padre de Srhinath vino para viajar con nosotros hacia Mysore y trajo comida típica de su región, Bidar, el fin de semana largo comenzó madrugando mucho para coger temprano en tren que nos llevaría a Mysore.

Mi primer viaje en tren me gustó bastante, vi las afueras de esta ciudad todavía tan desconocida para mí, con casas muy coloridas. Vi que el paisaje entre Bangalore y Mysore está llenísimo de campos de arroz y palmeras cocoteras, gran parte del Paisaje de South India es así.

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Ví grandes infraestructuras como puentes y acueductos y cerca de las ciudades y los pueblos, vi gente recogiendo lo que se puede usar de la basura que se acumula en las vías. En el tren me di cuenta del porque hay tanta basura en la calle, pude ver como todo el mundo tiraba los desperdicios (vasos de plástico, botellas, papeles, envoltorios…) por la ventana sin ningún tipo de problema ni mala conciencia, (incluidos mis acompañantes), este ingrediente, mezclado con la cantidad de población y añadiendo un sistema que genera muchos desperdicios, no crea una buena receta que digamos.

Mysore, me pareció una ciudad más amable que Bangalore, tal vez porque es más pequeña y no ha experimentado un crecimiento tan brusco.

Durante estos días nos quedaríamos en la casa natal de Shashi, debido a que sus padres y una hermana faltaron, actualmente en su casa viven tres voluntarias europeas y una tía suya, las voluntarias están aquí a través de la ONG en la que trabaja Shashi, y su tía trabaja haciéndole la comida a las voluntarias, ella no sabe inglés, pero tiene mucha experiencia en tratar con voluntarios, me pareció admirable.

Durante la primera tarde me sentí un poco fuera de lugar, Shashi, como era normal quería hacer vida de hogar con su familia (sus sobrinas de unos 20 años, que siempre que Shashi vuelve, se reúnen en esta casa, con su tía y otro sobrino más), y sentí que invadía un poco su espacio, me pregunto que qué quería hacer, y donde quería ir, que ella podía indicarme, pero como los días previos, sin información previa no sabía qué hacer, no sabía dónde ir o que visitar, por mucho que me indicara como llegar, pero ese sentimiento pronto se diluyó, ya que por la noche nos fuimos todos en familia a disfrutar de lo que nos ofrecía el Mysore en Festival junto con Shrinath.

Por la noche fuimos a ver la zona donde está el palacio real, una zona inmensa con mucho césped y espacio con un gran palacio y varios palacetes alrededor, todos ellos estaban iluminados y era bastante bonito estar allí tan solo con esa luz. Había también un escenario delante del Palacio, a mi parecer pequeño para la cantidad de gente que había, donde estaban bailando danzas tradicionales de la zona. El paseo entre fotos con el palacio de fondo y bromas fue muy divertido.

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Más  tarde, volviendo a coger otro autorickshaw fuimos a ver un concierto, cantaban dos cantantes que al parecer son muy famosos en la India. Me sorprendió muchísimo el tamaño del espacio para el público, era inmenso! Había una carpa que perfectamente podría tener 500 metros de largo, por unos 40 de ancho situada delante del escenario. Para acceder a ella y guiar a la gente hacia las diferentes zonas para el público, había pasillos hechos con troncos no muy gruesos. Entre el público había muchísimos grupitos de chicos jóvenes entusiasmados, cada poco tiempo, el grupo cogía a uno de ellos y lo manteaba con toda la fuerza que podían, y en muchas ocasiones, el manteado de turno se pegaba un buen talegazo debido a que no lo recibían bien en la caída, pero tanto el afectado como el resto seguían con las risas ¡Cómo si no hubiera pasado nada!

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Para acabar la noche, fuimos a una feria gastronómica que ofrecía comida típica de diversos lugares del Estado de Karnataka. Allí probé por primera vez Idly con Salsa de coconut y beele puri.

A la mañana siguiente, hablando más sobre el Dasara Festival, estábamos en el 9º día de los 10 que dura el festival (Dasa=diez),en el Aida Puja, día en que la gente limpia, (con agua a jarrazos, claramente!) sus vehículos, sus herramientas de trabajo e incluso las fábricas, con el fin de mantenerse seguros conduciendo, y sobre todo con el fin de traer prosperidad a sus negocios, a continuación hacen como una especie de bendición con incienso, moviendo la mano en círculos sobre el objeto en cuestión y sujetando comida en la otra. También decoran sus casas con hojas de palmera y flores, sobre todo los umbrales de las puertas de las casas y de los pequeños templos hindúes que tiene cada casa cuyos habitantes profesan esta religión.

Esa misma mañana, grácias a una de las sobrinas de Shashi, ví por primera vez en directo como se hace un rangoli, la verdad que me fascinan y me parecen preciosos.

Esa mañana pregunté a Shashi y Srhinath qué podía ir a conocer, me aconsejaron y dijeron como ir al zoo y después a la Hill, el zoo estaba a medio camino de la Hill, pero por equivocación en los buses fui directamente a la segunda. Allí me vi en una gran colina en lo alto de un montaña no muy grande rodeado de miles de personas que habían ido hasta la ciudad para disfrutar del festival y peregrinar al templo principal y de miles de personas haciendo negocio vendiendo diferentes comidas o obsequios para ofrecer a los dioses dentro del templo, como flores, bananas, cocos, limones… Como el tiempo estimado para entrar en el templo era de varias horas de cola, decidí entrar en otro templo más pequeño que había al lado, sin colas, aunque con mucha gente también. Allí, después de dejar los zapatos en la entrada, la gente se acerca a la miniatura que representa al Dios de turno, (ya que hay muchísimas manifestaciones diferentes del mismo dios en la religión hindú) le hace una reverencia, deja sus ofrendas, reza y sale.

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En un patio en el interior del templo, mientras estaba sentado viendo a la gente y pensando, se me acercó un hombre de unos cuarenta años, aunque con apariencia de 30, hablando un inglés perfecto aunque muy rápido, quería conocerme, me contó que había vivido unos meses en Suiza debido a su trabajo, que vivía en Bangalore pero que iba mucho a Mysore. Su nombre es kush. Al principio uno siempre es reticente con alguien que se le acerca y no conoce, pero mis ganas de conocer superaban a mis miedos. Hablando hablando, se nos acerco un monje y Kush sacó un montón de marihuana y le ofreció, resulta que a los monjes les encanta fumar, ya que con ello consiguen llegar más fácilmente al trance que pasan para conversar con los Dioses y estar conectados con la naturaleza en una especie de internet natural. Esto es lo que me contó Kush, pero yo noté en el monje cierta dependencia también…

Todo eso que estaba viviendo y viendo no me lo esperaba. Kush contándome cosas sobre los monjes mientras él y el monje fumaban marihuana como si no hubiera mañana con una pipa al lado del templo.

Al rato, después de dejar al monje vagar por la colina y tomar un té, Kush me dijo de ir a ver otro importante templo en la base de la colina, fuimos con su moto, pero a mitad camino paró en un templo muy pequeño en medio de la naturaleza, fue la primera vez que oía el silencio absoluto estando en la India! Me gustó esa sensación, estuvimos un rato disfrutando del silencio mientras mi nuevo compañero se fumaba otra pipa de marihuana y luego fuimos al templo prometido.

En el templo, después de pagar cierto dinero que no alcancé a ver, pero que nos daba cierta preferencia respecto a la mayoría de fieles, entramos en la parte más cercana a la figura del Dios y los monjes del templo nos hicieron un ritual, en el que nos preguntaban de dónde veníamos y que buscabamos, antes de “bendecirnos”, nos daban polvos de color rojo intenso que recogían de la base de la figura y nos ofrecían una cucharada de un líquido amarillento que sabia a agua, duró apenas unos minutos. La situación era bastante mística, y me gustó experimentarla, aunque no tenía (ni tengo) ni idea del sentido de cada acto. Espero poder aprenderlo cuando me meta a fondo a conocer las religiones de este país.

La última parada con Kush fue la visita al templo y residencia de unos monjes amigos suyos, después de enseñarme los dos pequeños templos que han construido, hacer un ritual (similar a rezar unos minutos, pero con mucho incienso) en uno de ellos, y presentarme a los monjes, fuimos con unos cuantos monjes a fumar a una casita cercana al lugar, me recordó a esas situaciones en que los adolescentes van a un lugar apartado a iniciarse en el fumeteo, pero con monjes de avanzada edad vestidos con telas  de color naranja. Estuvimos varias horas durante la tarde, ellos fumando y todos charlando, me sorprendió la capacidad que tienen para aguantar semejante cantidad de marihuana fumada y no caer redondos. Entre otras cosas, un monje me dijo que antes de cumplir 28 años seré una “persona grande” y que el próximo 14 de enero mis ambiciones se verán cumplidas, respecto a lo primero, espero que no se refiriera a que voy a engordar muchísimo.

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Todas estas vivencias me dejaron lleno de dudas acerca de la religión hindú, quedé con kush que nos veríamos otro día en Bangalore y charlaríamos sobre ello.

Al día siguiente, conocí a las voluntarias europeas que viven en casa de Shashi, habían llegado de estar unos días viajando, con ellas fui al centro de la ciudad a ver la Procesión final del 10º y último día del festival. Ellas ya llevaban un mes allí y se desenvolvían mucho mejor que yo, me contaron ciertas cosas que debía saber, como el precio justo que debo pagar por km en un AutoRickshaw. Eran las 11, la procesión empezaba sobre las 14 y ya estaba llenísimo de gente sentada cogiendo sitio para ver pasar la procesión, caminamos un rato a lo largo del recorrido y cuando vimos un lugar donde poder verla nosotros nos sentamos, estuvimos en el mismo lugar durante varias horas. Lo pasé, (pasamos) francamente mal, la sed y el sol abrasador se podía soportar, hice sombreros con periódicos, para nosotros, y para 20 niños más que me pidieron que les hiciera uno, pero el dolor de  y piernas y la sensación de inmovilidad, tanto corporal como temporal ¡No cabía un alfiler entre la gente! al cabo de varias horas esperando, llegaron a ser insoportables, no había espacio ni para cambiar de posición las piernas.

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Hacia las 16 empezó a pasar la procesión por delante nuestro, y la gente se revolucionó, cada dos por tres intentaban meterse en algún minihueco entre la gente sentada (detrás estaba la gente de pie) o se ponían a empujar, y cada dos por tres, la policía, armada con vara, repartía estopa entre los que no permanecían quietos, sin ningún miramiento y poniendo orden en poco tiempo, me pareció alucinante, pero por otro lado, y que no parezca un argumento en defensa suyo, con la cantidad de gente que había, y lo revolucionados que estaban algunos, o actuaban con esa violencia, o era imposible mantener el orden necesario para que no pasara nada grave.

La procesión fue bonita, muy colorida y con muchos guiños culturales pero también larga y lenta, me llamó mucho la atención, que las carrozas que pasaron, no llevaban gente real, si no gente hecha de cartón-piedra!! Lástima que el sufrimiento previo y durante, no nos dejara disfrutar de ella como es debido.

Cuando llegaron los elefantes que cerraban el acto y también el festival, la gente se desmadró y se lanzararón a la calzada. Nosotros nos fuimos hacia las fachadas, en la otra dirección, antes de ser aplastados o arrollados. Me quedo con una frase que dijo una de las voluntarias; “Never again!” Muy bonito, si, pero no compensa en absoluto verlo en directo, aún así, es una experiencia más y de todo se aprende.

Al día siguiente volví a Bangalore en un autobús bastante confortable, con reposapiés, botellita de agua y AC, por unas 250Rs, El autobús regular es más barato 160Rs, pero además de saturarse, tiene muchas paradas que hacen más largo el camino, las voluntarias me recomendaron ese.

Habia vivido 4 días intensos en Mysore, a pesar de que me quedó mucho por ver allí, y ahora me esperaba otra semana en Bangalore en casa de Shrinath. Mientras llegaba Bharathi, Shashi y yo íbamos a visitar la primera ONG con la que podríamos trabajar en el proyecto. Iba conociendo más tableros de juego, a la espera de nuevas fichas.

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